Miel ecológica de las montañas occidentales de Galicia. Colmenas situadas a altitudes superiores a los 600 muy alejadas de toda actividad humana. A Factoría Ecolóxica la pone a tu disposición con la marca The Bio Factory. (www.the-bio-factory.com)
domingo, 27 de marzo de 2011
Semana Gastronómica en Coruña
domingo, 6 de marzo de 2011
La miel, fuente de salud
Desde la Prehistoria la miel ya fue utilizada como alimento. En diversas pinturas rupestres ubicadas en la España meridional se representan individuos armados con palos largos recolectando miel, y justo por estos pagos se desarrolló la civilización tartesia, cuyo rey Gárgoris fue, según la tradición, el descubridor y recolector de la miel. Lo cierto es que a partir de la Edad del Bronce tanto el uso de la miel como la cera se extendieron considerablemente, y podemos tener la certeza de que la abeja fue el animal domesticado más antiguo. Los primeros recolectores atrajeron a las abejas hacia unas primitivas colmenas que hacían con barro y paja o con troncos huecos, en una cooperación que se ha mantenido hasta nuestros días.
Los egipcios desarrollaron la apicultura enormemente, y en sus barcos cargaban colmenas mientras navegaban, con lo cual inventaron la apicultura migratoria, pues las abejas seguían el transcurso del viaje libando las flores que encontraban en su recorrido, hasta que finalmente la miel era recogida al final del viaje. En la farmacopea egipcia fue uno de los productos mas utilizados.
El médico griego Hipócrates la recetaba como parte necesaria en la dieta, y los atletas la tomaban con agua para contrarrestar la fatiga por su aporte energético.
En Roma se hizo célebre el servirla con vino, consumiéndose en grandes cantidades, siendo tan apreciada que llegó a ser exigida como tributo a los enemigos derrotados.
Hoy en día la explotación de colmenas se ha perfeccionado mucho y la apicultura es una actividad bastante desarrollada. El consumo, tanto de miel como de polen, própolis y jalea real se ha incrementado, tanto por ser una delicia para el paladar como por el valor terapéutico que acumulan.
Elaboración y composición
El proceso de elaboración de la miel empieza con la recogida del néctar floral y su transporte a la colmena. Posteriormente comenzará el proceso de transformación de ese néctar a partir de una compleja tarea en la que las abejas segregan una gota de líquido desde su buche sobre el néctar. Acto seguido se van pasando estas gotas de néctar de unas a otras, logrando con ello enriquecerla con enzimas que aportan, y convirtiendo finalmente estas gotas en miel. Parte de las abejas se dedican a un aleteo constante para lograr una solidificación mayor, al evaporar con el aire producido el líquido acumulado. Luego, lo almacenan ordenadamente en celdillas y las cierran herméticamente con cera, evitando que la miel absorba agua o fermente. El apicultor finalmente sacará los panales depositando la miel en centrifugadoras.
La composición de la miel variará en función de su origen: si es miel de llano o de montaña, y de las flores dominantes que hayan entrado en su elaboración, pero podemos hablar de una composición básica, común a toda clase de mieles: poseen un 75% de glúcidos (fructosa, glucosa, dextrina, sacarosa), un 20% de agua, aminoácidos esenciales, ácidos orgánicos, sales minerales y oligoelementos (potasio, sodio, calcio, magnesio, hierro, fósforo, azufre, cloro), vitaminas de todo tipo excepto la vitamina A, algunos enzimas digestivos, sustancias antibióticas y polen.
Atendiendo a los múltiples orígenes de la miel, podremos encontrar en el mercado una extensa variedad, donde el color va desde el ámbar muy oscuro al ámbar cristalino. Supone una tentación que nos invita a constatar por nosotros mismos todo un mundo de diferentes sabores.